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Evangelio según Pilato

Versión hablada

 

Versión Escrita

Capítulo 1

1.1 Jesús nació en Nazaret. Jesús era diferente a todas las personas pues era un hombre evolucionado.

1.2 Jesús se fue a Galilea para casarse en Caná con María Magdalena. Pero en la boda el vino se había acabado y la madre de Jesús le dijo a los sirvientes: Hagan todo lo que les diga Jesús, allí habían seis tinajas de piedra para agua, y en cada una cabían dos o tres cántaros.

1.3 Jesús les dijo a los sirvientes: Llenen estas tinajas de agua. Ellos la llenaron hasta arriba. Jesús tocó las tinajas y les dijo: Dénselas al maestresala y se las presentaron. Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber de dónde era, el maestresala llamó a Jesús y le dijo: Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces lo que es inferior; pero tú has guardado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea y empezó a tener muchos discípulos.

 

Capítulo 2

2.1 Jesús volvió a Galilea totalmente evolucionado y su fama corrió por toda aquella región. Enseñaba en las sinagogas de los judíos pues las sinagogas eran un lugar muy cómodo para enseñar.

2.3 Jesús llego a una sinagoga, ahí estaba un hombre endemoniado que empezó a gritar y Jesús lo sano.

2.4 Jesús tomo la palabra en la sinagoga y dijo: La evolución está sobre mí. Ella me ha escogido a mí para proclamar la llegada del Reino Bueno. Jesús se sentó y todos los presentes tenían los ojos fijos en él, entonces comenzó a enseñarles:

2.5 Jesús dijo: Han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y por los que los persiguen. Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los hombres malos?

2.6 Jesús dijo: No amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y ladrones que roban. Amontonen más bien conocimiento, sabiduría y bondad dentro de ustedes mismos, donde no hay polilla, ni ladrones que roban.

2.61 Tu visión es lo que te hace mejorar. Si tu visión es buena, todo tu cuerpo estará luminoso;  pero si tu visión es mala, todo tu cuerpo estará a oscuras. Ponte a ti mismo en las situaciones que miras y mejoraras tu visión.

2.7 Jesús dijo: No anden preocupados por su vida, o por la comida o por su cuerpo, o por la ropa con que se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

2.8 Jesús dijo: No juzgues y no serás juzgado; no condenes y no serás condenado; perdona y serás perdonado; Den, y a ustedes se les dará.

2.9 Jesús dijo: Si van a prestar dinero, no lo presten con interés, sino dénselo al que no se los va a devolver.

2.10 Jesús dijo: Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes, pues como ustedes traten a los demás, así serán tratados.

2.11 Jesús dijo: Lo que escuchas de mi boca pregónalo y transmítelo, así empieza el Reino Bueno. Pero si la gente no quiere escuchar, entonces no pierdan el tiempo y busquen más gente que quiera aprender. Quien pone atención en mis palabras, evolucionará y se convertirá en un hijo del hombre.

2.12 Jesús les dijo: Ámense los unos a los otros.

2.13 Jesús dijo: Quién aprende mis enseñanzas aprenderá a entrar en el Reino Bueno.

2.14 Jesús dijo: Deben poner mis enseñanzas por encima de todos, incluso de sus padres y de sus madres.

2.15 Jesús dijo: Si dos personas hacen la paz entre sí y se ponen de acuerdo, dirán a la montaña: ¡Desaparece de aquí! Y ésta desaparecerá.

2.16 Jesús dijo: Quien escucha mis palabras, será como yo, él se convertirá en hijo del hombre.

2.17 Jesús dijo: Cuando sean hijos del hombre conocerán los pensamientos de los demás y conocerán todo el universo y nada quedará escondido que no llegue a ser descubierto, ni nada tan secreto que no lleguen a conocer.

2.18 Jesús dijo: El que busca encontrará, y al que toque se le abrirá.

2.19 Jesús dijo: Conózcanse a ustedes mismos. Mírate como te ven los demás, pues los defectos de las demás personas si los puedes ver, pero los defectos tuyos esos no los puedes ver. Si eres conocedor en todo, pero fallas conociéndote a ti mismo fallas en todo.

2.20 Jesús dijo: Cuando puedan ver el Reino Bueno sobre la tierra, serán hijos del hombre y si le dicen a la montaña: ¡Montaña, trasládate de aquí!, se trasladará.

2.21 Jesús les dijo: El que dude de la evolución que transformó al hombre en hijo del hombre, este no evolucionará y no reencarnará.

2.22 Jesús les dijo: El que escucha mis palabras y las practica es sabio. Por el contrario, el que me escucha mis palabras, pero no las pone en práctica, es una persona torpe.

2.23 Jesús dijo: El Reino Bueno está extendido sobre toda la tierra, pero hay gente mala, a esta gente mala hay que hacerla arrepentirse de sus pecados y convertirla, cuando la gente mala se halla ido entonces aparecerá el Reino Bueno sobre la tierra.

2.24 Jesús les dijo: Al que tiene sabiduría se le dará más sabiduría, a la persona que no tiene sabiduría, se le quitará la poca sabiduría que crea tener.

5.25 Y Jesús dijo: Si, pues, tu amigo te provoca hacer pecado, aléjate de tu amigo, más te vale entrar solo en el Reino Bueno, que quedarte a fuera con tu amigo pecador.

2.26 Y Jesús dijo: muchos entrarán en el Reino Bueno pero no todos permanecerán ahí.

2.27 Los discípulos le preguntaron: ¿Es de alguna utilidad la circuncisión o no? y Jesús les dijo: Pues si para algo valiera, la evolución los crearía circuncisos en el vientre de sus madres. M ás bien deben quitar la maldad de sus espíritus.

2.28 Cuando Jesús termino de enseñar, se fue de ahí, al llegar a su tierra Nazaret, comenzó enseñar a la gente en la sinagoga.

2.29 La gente de Nazaret decía: ¿De Dónde saco éste tanta sabiduría y tantos poderes milagrosos? ¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y no son sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Tomás? ¿No están con nosotros todas sus hermanas? Así que ¿De dónde saco todas estas cosas? y se escandalizaban a causa de él, pero Jesús dijo, En todas partes se honra a un Maestro menos en su tierra y en su propia casa. Y por la incredulidad de ellos no les enseño nada ni hizo milagros y se fue de allí.

 

Capítulo 3

3.1 Cierto día la gente se juntaba a su alrededor para escuchar los dichos de Jesús, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago. Los pescadores habían bajado y lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar." Simón respondió: "Maestro, por más que lo trabajamos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes." Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron las dos barcas, que por poco se hundían. Al ver esto, Simón se arrodilló ante Jesús, diciendo: "Señor, apártate de mí, que soy un pecador." Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas; en adelante tú serás llamado Pedro y guiarás a la gente al Reino Bueno. En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.

3.2 Jesús y sus discipulos pasaron la noche en la casa de Zebedeo. Al levantarse Jesús en la mañana encontró a sus discípulos rezando a dios y esto le provoca risa a Jesús, pues sus discípulos todavía no comprendían que dios es una parábola.

3.3 Le preguntaron sus discípulos diciéndole: ¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué forma debemos de orar y dar limosna, y qué debemos de observar  respecto a la comida?

3.4 Jesús les contestó: No mientan ni hagan lo que aborrecen, pues ante el Reino Bueno nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado.

3.5 Jesús les dijo: Si aquellos que los guían les dicen: Ven, el Reino Bueno está en el cielo, entonces las aves estarían allí. Y si les dicen: Está en el mar, entonces los peces estarían allí. Más el Reino Bueno está dentro de ustedes y fuera de ustedes. Cuando lleguen a conocerse a ustedes mismos lo hallarán y entonces destacarán de entre los demás hombres. Pero si no se conocen a ustedes mismos, están sumidos en la pobreza y son la pobreza misma.

3.6 Jesús les dijo: Dichoso el ignorante que al ser instruido por un sabio se hace sabio; abominable el sabio que se deja guiar por un ignorante y éste se hace ignorante.

3.7 Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: "Señor, si tú quieres, puedes limpiarme." Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Lo quiero, queda limpio." y al instante le desapareció la lepra. Jesús le dio aviso que no lo dijera a nadie.

3.8 La fama de Jesús crecía más y más, a tal punto que multitudes acudían para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero él buscaba siempre lugares solitarios.

3.9 Un día Jesús estaba enseñando a fuera de la casa de uno de sus discípulos, y había allí entre los asistentes unos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de todas partes de Galilea, de Judea e incluso de Jerusalén. En ese momento llegaron unos hombres que traían a un paralítico en su camilla. Querían entrar en la casa para colocar al enfermo delante de Jesús, pero no lograron abrirse camino a través de aquel gentío. Entonces subieron al tejado, quitaron tejas y bajaron al enfermo en su camilla, poniéndolo en medio de la gente delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de estos hombres, dijo al paralítico: "Amigo, tus pecados quedan perdonados.". De inmediato los maestros de la Ley y los fariseos empezaron a pensar: "¿Cómo puede blasfemar de este modo? ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?". Jesús leyó sus pensamientos y les dijo: "¿Por qué piensan ustedes así? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te quedan perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Sepan, pues, que el evolucionado tiene poder en la tierra para perdonar los pecados." Entonces dijo al paralítico: "Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa." y al instante el hombre se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que estaba tendido y se fue a su casa. Todos sintieron mucho miedo.

3.10 Al salir, Jesús vio a un cobrador de impuestos llamado Mateo, que estaba sentado en la mesa de recaudación. Jesús le dijo: "Sígueme." Mateo se levantó, lo dejó todo y empezó a seguirlo.

3.11 Mateo le ofreció un gran banquete en su casa, y con ellos se sentaron a la mesa un buen número de cobradores de impuestos y gente de toda clase. Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley que eran amigos suyos expresaban su descontento en medio de los discípulos de Jesús: "¿Cómo es que ustedes comen y beben con los cobradores de impuestos y con personas malas?" Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: No he venido para llamar a los buenos, sino para invitar a los malos a que cambien."

3.11 Mateo le ofreció un gran banquete en su casa, y con ellos se sentaron a la mesa un buen número de cobradores de impuestos y gente de toda clase. Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley que eran amigos suyos expresaban su descontento en medio de los discípulos de Jesús: "¿Cómo es que ustedes comen y beben con los cobradores de impuestos y con personas malas?" Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: No he venido para llamar a los buenos, sino para invitar a los malos a que cambien. No necesitan médico los sanos sino los enfermos.

3.111 Un discípulo le preguntó a Jesús. Porque les hablas de esa manera? Diles dios es una parábola y Satanás es una parábola y  que el Reino de los cielos es una parábola también.

3.112 Jesús le contesto: A la gente se le enseña con lo que tiene: Nadie corta un pedazo de tela nueva para ponerlo de remiendo en un vestido viejo; pues si lo hace, no sólo desperdiciará la tela nueva, sino que el remiendo cortado no andará bien con el vestido viejo. De la misma manera nadie que comprende los buenos conocimientos quiere luego las conocimientos malos, porque dice,  Esto  es mejor.

3.12 Después se fueron a la casa de Simón Pedro, pues su suegra estaba con fiebre muy alta. Jesús se inclinó hacia ella, puso sus manos en la frente de la señora, e hizo que la fiebre desapareciera.

3.13 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba poniéndoles las manos a cada uno.

3.14 Jesús salió al amanecer y se fue a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando, y los que pudieron dar con él le insistían para que no se fuera de su pueblo, pero Jesús les dijo: "Yo tengo que anunciar también a las otras ciudades la llegada del Reino Bueno porque para eso he venido." Salió, pues, a predicar por las sinagogas del país judío.

Capítulo 4

4.1 Otro sábado Jesús había entrado en la sinagoga y enseñaba. Había allí un hombre que tenía paralizada la mano derecha. Los maestros de la Ley y los fariseos espiaban a Jesús para ver si hacía una curación en día sábado, y encontrar así motivo para acusarlo. Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y ponte ahí en medio." Él se levantó y permaneció de pie. Entonces Jesús les dijo: "A ustedes les pregunto: ¿Qué permite hacer la Ley en día sábado: hacer el bien o hacer daño, salvar una vida o destruirla?". Paseando entonces su mirada sobre todos ellos, dijo al hombre: "Extiende tu mano." Lo hizo, y su mano quedó sana. Pero ellos se llenaron de rabia y comenzaron a discutir entre sí qué podrían hacer contra Jesús.

4.2 En aquellos días Jesús se fue a un cerro y pasó toda la noche en concentración. Al llegar el día llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que llamó apóstoles: Simón, al que le dio el nombre de Pedro, y su hermano Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, apodado Zelote, Judas, hermano de Santiago, y Judas Iscariote. Jesús les dijo: He aquí que El hijo del hombre salió, con conocimientos y lo esparció sobre el mundo. Algunas personas ignoraron sus palabras. Otras personas no tenían sabiduría para comprender sus palabras. Otras personas malas no quisieron seguir sus enseñanzas. Otras personas sabias y buenas comprendieron sus enseñanzas, las pusieron en práctica y entraron al Reino Bueno.

4.3 Los discípulos le preguntaron a Jesús: Sabemos que tú te irás de nuestro lado; ¿Quién va a ser nuestro maestro? Jesús les dijo: Dondequiera que se junten diríjanse a Santiago el Justo.

4.4 Les dijo Jesús a sus discípulos: Hagan una comparación y díganme a quién me parezco. Simón Pedro contesto: Te pareces a un ángel justo. Mateo le dijo: Te pareces a un filósofo del corazón. Tomás le dijo: Maestro, mi boca es incapaz de decir a quién te pareces. Entonces Jesús lo tomo consigo, lo retiró de los demás y le volvió a preguntar: ¿A quién me parezco?, Tomás le contestó: Te pareces a Dios. Jesús le dijo: Yo ya no soy tu maestro, puesto que has comprendido los conocimientos que yo mismo he repartido. Luego le tomó consigo, se retiró y le dijo: "Tu eres Dios". Cuando Tomás se volvió al lado de sus camaradas, le preguntaron éstos: ¿Qué es lo que te ha dicho Jesús? Tomás respondió: Si yo les revelara una sola palabra de las que me ha dicho, ustedes no quedarían tranquilos.

4.5 Jesús bajó con ellos y se detuvo en un lugar llano. Había allí un grupo impresionante de discípulos suyos y una cantidad de gente procedente de toda Judea y de Jerusalén, y también de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.

4.6 Cada persona quería tocar a Jesús, porque de él salía una fuerza que los sanaba a todos. El, entonces, levantó los ojos hacia sus discípulos y les dijo: Felices ustedes, si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese momento y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el Reino Bueno.

4.7 Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen: ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer. Él les respondió: Eso es solo tradición.

4.8 Jesús les dijo: Hipócritas, bien profetizó de ustedes Isaías cuando dijo: Este pueblo honra con los labios, pero su corazón está lejos del Reino Bueno. Luego llamó a la gente y les dijo: "Escuchen y Entiendan". No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de ella.

4.9 Jesús dijo: Los fariseos y los escribas tienen la facilidad de aprender, pero no aprenden ni dejan aprender a los que los que lo desean.

4.10 Y Jesús les dijo: ¡Ay de ellos, los fariseos, pues se parecen a un perro echado en un pesebre de bueyes!: ni come, ni deja comer a los bueyes.

4.11 Entonces se acercan los discípulos y le dicen: ¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra? Él les respondió: Déjenlos: son maestros ignorantes, y si un maestro ignorante enseña. Alumno y maestro se pierden. Tomando Pedro la palabra, le dijo: Explícanos la parábola.

4.12 Y Jesús les dijo: ¿También ustedes son tan tontos? ¿No comprenden que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado? En cambio lo que sale de la boca viene de la persona misma, y eso es lo que contamina al hombre. Porque de la boca salen las ofensas, las mentiras, los falsos testimonios. Eso es lo que contamina al hombre.

 

CAPITULO 5

5.1 Cuando terminó de enseñar al pueblo con estas palabras, Jesús entró en Cafarnaún. Había allí un Centurión que tenía un sirviente muy enfermo al que quería mucho. Habiendo oído hablar de Jesús, le envió algunos judíos importantes para pedirle que viniera y salvara a su siervo. Llegaron donde Jesús estaba y le pidieron el favor. Jesús se puso en camino con ellos. No estaban ya lejos de la casa, cuando el Centurión salió y le dijo: Señor, no te molestes, pues ¿quién soy yo, para que entres bajo mi techo? Por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente. Basta que tú digas una palabra y mi sirviente sanará. Yo mismo, tengo soldados a mis órdenes, y cuando le ordeno a uno: "Vete", va; y si le digo a otro: "Ven", viene; y si digo a mi sirviente: "Haz esto", lo hace." Al oír estas palabras, Jesús quedó admirado, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: Les aseguro, que ni siquiera en Israel he hallado una fe tan grande. Y cuando el centurión regreso a casa, encontraron al sirviente totalmente restablecido.

5.2 Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naím, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, Jesús se compadeció de ella y le dijo: "No llores." Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: "Joven, yo te ordeno, levántate." Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Un gran temor se apoderó de todos y se hablaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.

5.3 Los discípulos de Juan el Bautista lo tenían informado de todo aquello. Llamó, pues, Juan a dos de sus discípulos y los envió a que preguntaran a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" Jesús les respondió: vallan y cuéntenle a Juan lo que ven. Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la llegada del Reino Bueno. Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan el Bautista: En verdad les digo que no ha surgido entre los hombres uno mayor que Juan el Bautista, sin embargo, un hombre dispuesto a aprender será mayor que él, pues este evolucionará y será hijo del hombre.

5.4 Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas, predicando y anunciando la llegada del Reino Bueno. Lo acompañaban los Doce apóstoles y muchas personas más que los atendían con sus propios recursos. Un día se congregó un gran número de personas, pues la gente venía a verlo de todas las ciudades, y Jesús se puso a enseñarles.

5.5 Su madre y sus hermanos querían verlo, pero no podían llegar hasta él por el gentío que había. Alguien le dijo a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte." Jesús respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan mis palabras y las cumplen." Ellos serán hijos del hombre y entrarán en el Reino Bueno.

5.6 Un día subió Jesús a una barca con sus discípulos y les dijo: "Crucemos a la otra orilla del lago." Y remaron mar adentro. Mientras navegaban, Jesús se durmió. De repente se desencadenó una tempestad sobre el lago y la barca se fue llenando de agua, a tal punto que peligraban. Se acercaron a él y lo despertaron: "Maestro, Maestro, ¡estamos perdidos!" Jesús se levantó y reprendió al viento y a las olas encrespadas; se tranquilizaron y todo quedó en calma.

5.7 Después les dijo: "¿Dónde está su fe?" Los discípulos se habían asustado, "¿Quién es éste? Manda a los vientos y a las olas, y le obedecen."

5.8 Llegaron a la tierra de los gerasenos. Los Doce discípulos ya tenían poder para curar enfermedades. Después los envió a anunciar el Reino Bueno y devolver la salud a las personas. Ellos partieron a recorrer los pueblos; predicaban la llegada del Reino Bueno y hacían curaciones en todos los lugares. Al volver los apóstoles, contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los tomó consigo y se retiró en dirección a una ciudad llamada Betsaida, para estar a solas con ellos pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino Bueno mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.

5.9 El día comenzaba a declinar. Los apóstoles se le acercaron para decirle: "Despide a la gente para que busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo." Jesús les contestó: "Denles ustedes mismos de comer." Ellos dijeron: "No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?" De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: "Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta." Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron. Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció palabras, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos. Entonces Jesús se despidió de la muchedumbre, subió a la barca, y se fue al término de Magadán.

5.10 Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo. Jesús les dijo: Es tan fácil ver las señales de los tiempos y ustedes no tienen sabiduría para comprender. ¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide y no se le dará otra señal que una ballena comiéndoselos, esta señal si la van a ver.

5.11 Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de tomar panes. Jesús les dijo: Abran los ojos y cuídense de las enseñanzas de los fariseos y saduceos.

5.12 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, Jesús les pregunto a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos dijeron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros dicen que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas. Jesús les dijo: Y ustedes ¿Quién piensan que soy? Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque esta respuesta no la diste por sabiduría ni conocimiento sino que la has recibido del Reino Bueno y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y, a ti te daré los secretos para entrar al del Reino Bueno; y lo que metas al Reino Bueno quedará dentro del Reino Bueno y todo lo que no metas en el Reino Bueno quedará a fuera del Reino Bueno.

5.13 Jesús tomo consigo a los doce principales discípulos y les dijo: Iremos a Jerusalén a anunciar la llegada del Reino Bueno. En Jerusalén no les gustarán mis enseñanzas, seré entregado a los gentiles, se burlarán de mí, me insultarán, me escupirán y me matarán y al tercer día reencarnaré, Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: ¡Señor, no iremos a Jerusalén! ¡De ningún modo esto te sucederá! Jesús le dijo: "El diablo es la maldad." "Ahora tu eres el diablo porque me pides que haga el mal" ¡Quítate de mí vista! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son buenos!

5.15 Jesús les dijo: Yo les aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean como hijos del hombre comienza a llegar e iniciar el Reino Bueno.

5.16 Unos ocho días después de estos discursos, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subieron a un cerro. Y dos hombres extraños conversaban Jesús. Los discípulos se despertaron de repente y vieron a los dos hombres que estaban con él. Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bueno que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para ti, y otras dos para los hombres que están contigo. Pero los dos hombres se habían ido y Jesús estaba allí solo. Los discípulos guardaron silencio por aquellos días, y no contaron nada a nadie de lo que habían visto.

5.17 Cuando entraron en Cafarnaúm, Jesús ve a niños que están siendo amamantados. Y Jesús les dijo a sus discípulos: Estos infantes se parecen a los que permanecen en el Reino. Sus discípulos le preguntaron ¿Podemos nosotros, actuando como niños, permanecer en el Reino?

5.18 Y Jesús les dijo: Cuando sean capaces de hacer del cielo y de la tierra una sola cosa, y la tierra con el infierno como una sola cosa, Cuando sepas que es dios, cuando sepas que es el diablo, y cuando sepas que es el Reino Bueno y que es el infierno, Y cuando sepas que es el bien y que es el mal. Entonces podrán entrar en el Reino.

5.18B. Sus discípulos dijeron: ¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te vamos a ver? Y Jesús les dijo: Cuando al equivocarte no sientas vergüenza, entonces verás al Hijo de Dios y no tendras miedo.

5.19 Y Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén y envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento, pero los samaritanos no lo quisieron recibir, porque se dirigía a Jerusalén. Entonces continuaron el camino hacia otra aldea.

 

CAPÍTULO 6

6.1 Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos diciéndoles: Vallan al pueblo que está enfrente de ustedes, y enseguida encontrarán un asno atado; desátenlo y tráiganmelo. Y si alguien les dice algo díganle: El Señor lo necesita, pero enseguida lo devolverá. Ellos trajeron el asno, Luego pusieron sobre él sus mantos, y Jesús se sentó encima.

6.2 Jesús entro a Jerusalén montado en el asno y La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.

6.3 Entonces salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche. Al amanecer, cuando volvía a Jerusalén, sintió hambre y viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice: ¡Que nunca más brote fruto de ti! Y al momento se secó la higuera. Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: ¿Cómo se secó la higuera?

6.4 Y Jesús les dijo: Yo les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo podrán hacer lo de la higuera, sino que pueden decirle a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y así se hará. Y todo cuanto pidan con fe lo recibirán.

6.5 Jesús llego al templo de Jerusalén y dijo: Voy a quemar este sistema hasta que desaparezca. Entonces se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?

6.6 Y Jesús les dijo: También yo les voy a preguntar una cosa; si me contestan, yo les diré con qué autoridad hago esto.

6.7 El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?

6.8 Respondieron, pues, a Jesús: No sabemos. Y él les replicó asimismo: Tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto.

6.9 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este visito a Jesús y a sus discípulos en la noche, y le dijo: Maestro, sabemos que has venido de dios, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no estuviese dios con él. Maestro ¿dime? ¿Cómo es Dios?

6.10 Respondió Jesús; De cierto, de cierto te digo, que el hombre está evolucionando hasta convertirse en dios. El hombre nace vive, envejece, muere y vuelve a nacer, evoluciona hasta convertirse en dios.

6.11 Le Dijo Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?

6.12 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no evoluciona no puede entrar en el Reino de dios. No te maravilles de que te dije: es necesario nacer de nuevo. Estas son cosas totalmente terrenales, y no crees ¿Cómo creerás cuando escuches las cosas celestiales? Ahora yo estoy en el cielo delante de ti y no lo puedes ver.

6.13 Felipe los interrumpió y le dijo a Jesús: Señor, muéstranos a dios, y nos basta.

6.14 Jesús le dijo: Felipe ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me has conocido? el que me ha visto a mí, ha visto a dios, ¿Cómo, pues, dices tú: Muéstranos a Dios?

6.15 Jesús dijo: Por ahora Dios es básicamente la suma total de las cosas buenas del universo, estas cosas buenas se han manifestado en carne, se han manifestado en mí, y yo soy hijo de dios. ¿No crees que yo soy en dios, y dios en mí? Las palabras que yo les hablo, no las hablo de mí mismo: sino que dios que mora en mí, él hace las obras.

6.16 Jesús les dijo: De cierto de cierto les digo: el que aprende de mí, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que estas hará pues él será dios.

6.17 Y Jesús les dijo: Si guardan mis enseñanzas: La evolución vendrá y estará con ustedes. Ustedes ya conocen la evolución pues esta mora en ustedes.

 

CAPÍTULO 7

7.1 Un sábado Jesús estaba enseñando en una sinagoga, y sus discípulos le preguntaron ¿Cómo es el Reino Bueno?

7.2 Jesús les dijo: El Reino Bueno es pequeño, Pues el Reino está dentro de cada uno de ustedes. Cuando se pongan a enseñar y a transmitir mis enseñanzas, el Reino Bueno se extiende hasta que muchos entran en él.

7.3 Y Jesús les dijo: El Reino Bueno aquí esta y cualquiera que quiera entrar lo podrá hacer.

7.4 Un hombre le dijo: Di a mis hermanos que repartan conmigo los bienes de mi padre. El replicó: ¡Hombre! ¿Quién ha hecho de mí un repartidor? Y se dirigió a sus discípulos, diciéndoles: ¿Es que soy por ventura un repartidor?

7.5 Y Jesús les dijo: Yo soy la luz que está sobre todos. Yo soy el universo: el universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partan un leño y allí estoy yo; levanten una piedra y allí me encontrarán.

7.6 En ese momento se acercaron unos fariseos y le dijeron: "Sal de aquí y vete a otro lugar porque Herodes quiere matarte."

7.7 Y Jesús les dijo: "Vayan y díganle a ese zorro: Hoy y mañana estaré enseñando y curando a la gente, y al tercer día terminaré.

7.8 Entonces los fariseos empezaron a seguir a Jesús de cerca; le enviaron espías que fingieron buena fe para aprovecharse de sus palabras y poder entregarlo a la justicia.  Le mostraron a Jesús una moneda de oro, diciéndole: "Los agentes de César nos piden los impuestos." Él les pregunto: ¿De quién es esa cara y el nombre que tiene escrito?" Le contestaron: "Del César." Entonces les dijo. "Denle al César lo que es del César, denle a Dios lo que es de Dios y denme a mí lo que me corresponde.

7.9 Un Fariseo invitó a comer a su casa a Jesús y a sus discípulos. Ellos entraron y se sentaron.

7.10 Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor, por lo que les dio esta lección:

7.11 "Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar. Al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar. En todo el universo, cuando alguien se enaltece es humillado y cuando alguien se humilla es enaltecido."

7.12 Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: "Dichoso en que se siente en el banquete del Reino de Dios".

7.13 Le preguntaron los Fariseos: ¿Cuándo va a llegar el Reino Bueno?

7.14 Y Jesús les dijo: No vendrá con expectación. No dirán: ¡Aquí está! o ¡Allá está!, sino que el reino de los cielos está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven.

7.15 Y Jesús les dijo: Y La raza del hijo del hombre llegará cuando llegue su día.

7.16 Uno de los principales le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener vida eterna?

7.17 Jesús Le dijo: Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.

7.18 Él dijo: Todo eso lo he cumplido desde mi juventud. Oyendo esto Jesús, le dijo: Aún te falta una cosa. Vende la mitad de lo que tienes y repártelo entre los pobres, entonces todos te amaran y ya estarás en el Reino Bueno; luego, ven y sígueme. Al oír esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

7.19 Jesús, dijo: ¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino Bueno! Los que lo oyeron, dijeron: ¿Y quién se podrá salvar?

7.20 Y Jesús les dijo: Para los hombres es imposible, pero cuando sean dioses todo les será posible.

7.21 Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero había mucha gente y no podía verlo pues era de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja en seguida, pues necesito quedarme en tu casa." Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: "Se ha ido a casa de un rico que es un pecador." Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más."

7.21 Y Jesús dijo: Hoy este hombre ha entrado en el Reino Bueno, El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

 

CAPÍTULO 8

8.1 Se acercaba la Pascua y los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley no encontraban la manera de hacer desaparecer a Jesús, pues tenían miedo del pueblo. Pero La maldad entró en Judas Iscariote, y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes sobre el modo de entregarle a Jesús. Ellos se alegraron y acordaron darle una cantidad de dinero. Judas Iscariote aceptó el trato y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarlo cuando no estuviera el pueblo.

8.2 Llegó el día de la pascua y Jesús, envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: "Vayan a preparar lo necesario para que celebremos la Cena de Pascua."

8.3 Los discípulos le preguntaron: "¿Dónde quieres que la preparemos?" Y Jesús les contestó: "Cuando entren en la ciudad, encontrarán a un hombre que lleva un jarro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre y digan al dueño de la casa: El Maestro manda a decirte: ¿Dónde está la pieza en que comeré la Pascua con mis discípulos? Él les mostrará una sala grande y amueblada en el piso superior. Preparen allí lo necesario." Se fueron, pues, y hallaron todo tal como Jesús les había dicho; y prepararon la Pascua.

8.4 Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y mientras estaban comiendo tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomen, coman, estos son los conocimientos que les di, después Jesús recibió una copa, dio gracias y les dijo a sus discípulos: "Tomen esto y repártanlo entre ustedes." beban todos de ella porque este vino representa la sabiduría que les estoy dando, hagan que esta sabiduría se multiplique y sean hijos del hombre.

8.5 Continuaban comiendo y Jesús dijo: Yo les aseguro que uno de ustedes me entregará. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? y Jesús no respondió.

8.6 Terminando de comer salieron cantados los himnos, y se fueron hacia el monte de los Olivos.

8.7 Y Jesús les dijo: Esta noche a mí me apresaran y todos ustedes se dispersarán, Mas después de mi reencarnación, iré delante de ustedes a Galilea. Pedro intervino y le dijo: Estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte. Y Jesús le dijo: Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces. Pedro contesto: Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré. Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.

8.8 Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Siéntense aquí mientras voy allá a concentración.

8.10 Entonces regreso a donde estaban sus discípulos y les dice: Miren que ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levántense!, ¡vámonos! Miren que el que me va a entregar está cerca. Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas Iscariote, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes.

8.11 Para no confundir a Jesús con su hermano Tomás, Judas Iscariote les había dado esta señal: Aquel a quien yo dé un beso, ése es Jesús; "Arréstenlo".

8.12 Judas Iscariote se acercó a Jesús y le dijo: ¡Salve, Maestro!, y le dio un beso. Jesús le dijo: "Iscariote, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?" Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y lo apresaron.

8.13 Uno de los discípulos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: Guarda tu espada en su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada morirán. Y tocando la oreja del hombre, lo sanó.

8.14 Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron; Pedro los seguía a distancia. Prendieron un fuego en medio del patio y luego se sentaron alrededor; Pedro también se acercó y se sentó entre ellos. Como estaba ahí sentado en la claridad del fuego, una joven de la casa lo vio y, después de mirarlo, dijo: "Este también estaba con él". Pero él lo negó diciendo: "Mujer, yo no lo conozco." Momentos después otro exclamó al verlo: "Tú también eres uno de ellos." Pero Pedro respondió: "No, hombre, no lo soy." Como una hora más tarde, otro afirmaba: "Seguramente éste estaba con él, pues además es galileo." De nuevo Pedro lo negó diciendo: "Amigo, no sé de qué hablas." Todavía estaba hablando cuando un gallo cantó. Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

8.15 Los hombres que custodiaban a Jesús empezaron a burlarse de él y a darle golpes. Le cubrieron la cara, y después le preguntaban: ¿Adivina quién te pegó? Y decían toda clase de insultos contra él.

8.16 Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. Le interrogaron: "¿Eres tú el Cristo? Respóndenos". Jesús respondió: Díganme para ustedes que significa Cristo y yo les contestaré si soy o no.

 

CAPÍTULO 9

9.1 Llevaron a Jesús ante Pilato y lo acusaron diciendo: Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey. Pilato le preguntó: ¿Tú hiciste esas cosas? Él le respondió: "Yo no hice eso." Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: Ningún delito encuentro en este hombre. Pero ellos insistían diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí. Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.

9.2 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía mucho tiempo que deseaba verlo, y esperaba presenciar alguna señal milagrosa. Le preguntó con mucha palabrería, pero Jesús no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió nuevamente a Pilato. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo.

9.3 Y Pilato les dijo: Me trajeron a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de ustedes y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que lo que lo acusan. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.

9.4 Toda la muchedumbre se puso a gritar: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Por tercera vez les dijo: Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré. Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Y condenaron a Jesús. Cuando lo llevaban, echaron mano de Simón de Cirene, que venía del campo y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

9.5 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos también, llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, Dimas a la derecha y Gestas la izquierda. Era ya cerca de la hora sexta cuando, se eclipsó el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por en medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" y, dicho esto, expiró.

9.6 Había un hombre llamado José, que era de Arimatea ciudad de Judea, este se había hecho discípulo de Jesús, se presentó a Pilato y le pidió su cuerpo y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca.

 

CAPÍTULO 10

10.1 El primer día de la semana, muy temprano, fueron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Pero no encontraron el cuerpo de Jesús y no sabían qué pensar, en ese momento vieron a dos hombres extraños que se les acercaron. Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo.

10.2 Uno de los hombres les dijo: Jesús no está aquí, nosotros nos llevamos el cuerpo, ahora él ha Reencarnado en otro cuerpo más: Por enseñar a la gente. El Hijo del Hombre fue entregado en manos de los pecadores y fue crucificado, pero los hijos del hombre pueden reencarnar.

10.3 Al volver del sepulcro, les contaron a los Once y a todos los demás lo que les había sucedido. Las que hablaban eran María Magdalena, esposa de Jesús, Juana y María, la madre de Santiago. Pedro, se levantó y fue corriendo al sepulcro; se agachó y no vio más que los lienzos. Así que volvió a la casa.

10.4 Aquel mismo día dos discípulos de Jesús se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido, mientras conversaban, Jesús en persona se les acercó y se puso a platicar con ellos, pero Jesús había tomado otro cuerpo y esto impedía que lo reconocieran. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: "Quédate con nosotros que ya está oscureciendo." Entró, pues, para quedarse con ellos. Y esto sucedió: Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio. En ese momento se dieron cuenta de que ese hombre era Jesús. De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén donde encontraron reunidos a los Once apóstoles.

10.5 Jesús Llego con los apóstoles, se puso en medio de ellos y les dijo: "Paz a ustedes." Quedaron sorprendidos y asustados, pero él les dijo: "¿Por qué se sorprenden? Miren soy yo en un cuerpo diferente. Ellos no acababan de creerlo y seguían maravillados.

10.6 Jesús les dijo: "¿Tienen aquí algo que comer?" Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado y una porción de miel; lo tomó y lo comió delante ellos.

10.7 Jesús los llevó hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo, entonces llegó María Magdalena con dos hombres extraños y Jesús se fue con ellos.

10.8 Los apóstoles volvieron llenos de gozo a Jerusalén, y continuamente transmitían las enseñanzas de Jesús....

 

 

 

 

 

 

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